Adriana Paloma
Nuestra pretensión será operar una reflexión sobre
En la antigüedad griega, lo existente es lo que nace y se manifiesta. El ser como presencia permanente. Lo existente no llega a ser por el hecho de que el hombre lo contemple, sino que el hombre es contemplado por lo existente, incorporado y mantenido en su abierto. El hombre griego es al “percibir lo existente”. El sentido de pertenencia del Sujeto al Mundo es determinante.
En
En ambas cosmovisiones hablar de “Subjetivismo” resulta imposible. El concepto de “SUJETO” es netamente moderno, ya que implica una transformación radical de la esencia del hombre, y esto es posible porque se transforma la concepción de lo existente en conjunto. Sujeto es aquel en el cual se funda todo lo existente a la manera de su ser y de su verdad. El hombre pasa a ser el medio de referencia de lo existente como tal. Para ello es necesario que el Mundo devenga Imagen. Lo existente en su conjunto se coloca como aquello en que se instala el hombre, lo que quiere colocar ante sí. En el “percibir griego” todo subjetivismo es imposible porque el ser se concibe como presencia y la verdad como desnudez.
Que el mundo devenga IMAGEN en
La escolástica, producto de esta cosmovisión fundada en un primado de lo aceptado, va a determinar un criterio de verdad erigido en forma indiscutible y sustentado en los siguientes postulados:
* Principio de autoridad: lo dicho por ciertas autoridades (
* Verbalismo: se enredaba en meras cuestiones de palabras, pretendiendo resolver con simples vocablos, problemas carentes de importancia o que solo podían resolverse mediante la observación o cualquier otro procedimiento objetivo. Solo introducía nuevas palabras de idéntico significado pero el conocimiento no avanzaba ni aumentaba.
* Silogística: la ciencia y filosofía escolástica se valieron del silogismo, razonamiento deductivo constituido por tres proposiciones o juicios tales que dados los dos primeros (premisas), el tercero (conclusión) resulta necesariamente de aquellos dos. El silogismo, tautológico por naturaleza, no amplía el saber dado que lo que afirma la conclusión ya está dicho implícitamente en las premisas.
Divinatio y Eruditio son una misma hermenéutica que se dan en dos niveles distintos: una va de la marca muda a la cosa misma (hace hablar a la naturaleza); la otra del grafismo inmóvil a la palabra clara (descubre la vida de los lenguajes dormidos). Naturaleza y Verbo pueden entrecruzarse infinitamente, formando para quien “sabe leer” un gran libro único.
El sentido de íntima pertenencia del hombre al mundo, la obligatoriedad de la verdad revelada, hacen que el cuestionamiento solo revista el carácter de transgresión. El despojo de este lastre, no implicará solo una crítica de ciertas teorías erróneas para corregirlas y sustituirlas por otras, sino una revolución radical que destruya un Mundo y lo sustituya por otro. Lo primero que deberá efectuarse será la destrucción de
Esta realidad y lazo metafísico serán paulatinamente sustituidos por una realidad y un lazo físicos. Nicolás de Cusa inaugura el trabajo destructivo, poniendo en el mismo plano ontológico la realidad del cielo y de
La mutación radical es llevada a cabo por Galileo, ligado indisolublemente a
No es la experiencia sino la experimentación lo que desempeñará un papel positivo en la fundación de la ciencia moderna. La experimentación construye un nuevo lenguaje (lenguaje geométrico) para hablar a
El experimento se prepara, es una pregunta hecha a
* RAZÓN COMO LEY.
* SER ORDENADO OBJECTICAMENTE E INSTITUIDO A BASE DE
El problema fundamental de Descartes será proporcionar el fundamento metafísico a la liberación del hombre. Su filosofía será elaborada en el espacio abierto por
* REVOLUCIÓN COSMOLÓGICA: destrucción de la idea de Cosmos jerárquicamente ordenado por la idea euclidiana de “espacio homogéneo”, finito, sin diferencias cualitativas ni jerárquicas.
* RUPTURA LÓGICA: la lógica deductiva reemplaza a la inductiva. El razonamiento científico será un proceso rigurosamente deductivo a partir de premisas (modelo matemático).
* REVOLUCIÓN METODOLÓGICA: quedan sentados dos principios metodológicos fundamentales:
a) Principio de orden: proceder de lo simple a lo complejo.
b) Principio de economía:
Esta búsqueda de un fundamento hará de la filosofía cartesiana un pensamiento caracterizado por un profundo RADICALISMO. El saber deberá fundarse sobre bases cuya firmeza esté más allá de toda sospecha. El constante fracaso de los diversos sistemas filosóficos en la resolución de los problemas planteados, lo lleva a operar una destrucción sistemática de los conocimientos adquiridos para comenzar nuevamente desde los cimientos y establecer un sistema firme y permanente.
La preocupación por “evitar el error” determinará su Método, caracterizado por la duda como maquinaria destructiva (duda metódica). Emplear la duda para ver si hay algo capaz de resistirla y que en consecuencia sea absolutamente cierto: aquello que engendre la “menor duda” será desechado como falso. Pero, como Descartes lo revela en las Meditaciones Metafísicas, la destrucción sistemática de las opiniones no podrá lograrse probando la falsedad de cada una de ellas sino atacando los Principios en los que se apoyan. La duda debe introducirse en los principios o fundamentos sustentadores del Saber: los sentidos y la razón.
En consecuencia, comenzará haciendo una crítica del saber sensible, remarcando su carácter ilusorio y engañoso “los sentidos a veces yerran y es prudente no confiar demasiado en aquellos que nos engañaron alguna vez”. Inmediatamente plantea la imposibilidad de distinguir entre vigilia y sueño, salud y locura, lo cual hace más evidente la necesidad de desechar el saber proporcionado por los sentidos: “sucede que alguna vez en sueños me he imaginado estar como ahora despierto y escribiendo, cuando en realidad estaba dormido y acostado”. El testimonio de los sentidos habrá de ser considerado engañoso y con él, por lo menos inicialmente toda la ciencia experimental derivada del empleo de aquellos: “La física, la astronomía, la medicina, y todas las demás disciplinas que dependen de la consideración de las cosas compuestas -afirma en
En este instante Descartes decide llevar la duda a su punto extremo (hiperbolismo) y enuncia la hipótesis del “Genio Maligno”, llevando la omnipotencia de Dios hasta el extremo de suponer que nos haya hecho de tal manera que siempre nos equivoquemos, estando detrás de nuestros actos o pensamientos para torcerlos deliberadamente y sumirlos en el error. Llegando a este punto, la duda es llevada también al Saber Racional. La razón misma se hace problema y una de sus tareas será fundamentar el Saber Racional.
¿Qué encuentra Descartes ante el desvanecimiento del Mundo de los Sentidos y del Entendimiento? Lo único capaz de resistir la duda paroxística será el acto de pensamiento en su desnudez, un pensamiento sin objeto, un cogito sin intencionalidad que acto seguido rehabilitará al Ego. El pensamiento que había quedado en presencia de sí mismo como acto puro se recobra a través de una existencia que lo hacer posible: “el Yo”. “Aunque suponga que el genio maligno existe y ejerce su maléfico poder sobre mí, yo mismo tengo que existir o ser porque de otro modo no podría siquiera ser engañado. Por más que me engañe nunca conseguirá que yo no sea nada mientras yo esté pensando que soy algo”. Así, se hace presente en forma inminente el fundamento que estaba buscando, PRIMER PRINCIPIO de la filosofía: ”PIENSO LUEGO EXISTO”.
El COGITO se erige como primer principio desde el punto de vista gnoseológico-metodológico, porque constituye el primer conocimiento seguro, fundamento de cualquier otra verdad y punto de partida para construir todo el edificio de la filosofía y del Saber en general: también es primero desde el punto de vista Ontológico, ya que me pone en presencia del primer ente indubitablemente existente que soy yo mismo en tanto pienso. De esta forma Descartes lleva a cabo el acto inaugural de
Pasa luego el examen de lo que es ese “YO SOY”, concluyendo que el pensamiento es su único sustento, ya que tras haber sido negado el testimonio de los sentidos, el cuerpo se ha desvanecido. “... el pensamiento existe y no puede serme arrebatado: yo soy, yo existo es manifiesto. Pero ¿por cuánto tiempo? Sin duda en tanto que pienso, puesto que aún podría suceder, si dejase de pensar, que dejase yo de existir en absoluto”. El sujeto que se revelaba como objeto para sí mismo, pasa de la afirmación de existencia ligada al acto de pensamiento, a la identificación de
La certeza del poder del intelecto en cuanto al conocimiento lo conduce a afirmar al término de
Pero, ¿qué es lo que asegura la verdad al enunciar “pienso luego existo”? De eta respuesta dependerá el CRITERIO DE VERDAD que ha de establecerse posteriormente. Ante esta cuestión, Descartes responderá: “Estoy seguro de ser una cosa que piensa: ¿no se también por ende, que se necesita para estar seguro de algo? En este primer conocimiento no existe nada más que una percepción clara y determinada de lo que afirmo...”.
“Por lo tanto paréceme poder establecer como una regla general que todo lo que percibo muy clara y distintamente es verdadero”.
En el Discurso del Método remarca el carácter de “VISIÓN” del criterio de verdad: “Lo que me asegura que digo la verdad cuando enuncio ‘pienso luego existo’ es que veo claramente que para pensar hay que ser”. Este principio fundamental de ningún modo se obtuvo por un procedimiento deductivo que implicaría la existencia de una premisa mayor: “todo lo que piensa es o existe”, a partir de la cual pudiera llevarse a cabo una especie de movimiento o sucesión que permitiría arribar a la conclusión: “pienso luego existo”. Concluye su existencia de su pensamiento como algo conocido de por sí, evidente,
La certeza de la intuición estará fundada en una especie de conocimiento interior innato, “armadura lógica latente”, constituida por nociones muy simples. Este conocimiento innato está presente en todos los hombres, precede al adquirido y se constituye por IDEAS que el alma trae consigo como constituyendo un patrimonio original, totalmente independiente de la experiencia. Entre ellas, unas representan cosas o propiedades de las cosas (por ejemplo: las ideas de Dios, alma, círculo, mayor, etc.); otras son axiomas o verdades eternas y son proposiciones como “el todo es mayor que la parte”, “nada puede ser y no ser al mismo tiempo” (Principio de Contradicción), “de la nada no resulta nada” (Principio de Causalidad), etc. Con las ideas innatas trabaja la razón como ocurre principalmente en el conocimiento matemático. Las Matemáticas son presentadas por Descartes como fruto espontáneo de estas ideas, tal como lo afirma en las Reglas para
En todo el pensamiento cartesiano, las Matemáticas revisten una importancia fundamental, por lo cual, esta cuestión será retomada más adelante cuando llevemos a cabo una consideración metodológica.
La certeza del Cogito y de su patrimonio de ideas es incuestionable. Pero con respecto al conocimiento proveniente de los sentidos, tras haber sido puesto en cuestión, no existe ninguna certeza. Dicho conocimiento correspondería a lo que Descartes llama Ideas Adventicias, que parecen venirnos del exterior mediante los sentidos, por ejemplo: “oír un estrépito, ver el sol, sentir el fuego”.
El último tipo de ideas que Descartes enumera son las Facticias, aquellas que fabricamos mediante la imaginación, por ej. “sirenas, hipogrifos”, que al ser un simple producto de nuestra creación, no existe el problema de determinar la veracidad de su correlato.
Hasta esta punto, no podemos llevas nuestro conocimiento más allá de la afirmación del Cogito, es decir, caímos en el solipsismo, tras la hipótesis del genio maligno. En consecuencia, se presenta la necesidad de eliminar por completo dicha hipótesis.
Después de haber examinado las diversas clases de ideas, solo queda por examinar la idea de Dios. Descartes se pregunta si esta idea puede proceder de sí mismo al igual que las ideas que supuestamente corresponden a cosas exteriores.
El primer argumento, está fundado en una rigurosa causalidad “... debe de haber al menos igual realidad en la causa total y eficiente que en el efecto de dicha causa. Porque ¿de dónde podría tomar su realidad el efecto a no ser de la causa? ¿y de qué modo la causa puede otorgarla al efecto, a no ser que la posea? De lo que se deduce que la nada no puede crear algo, ni lo que es menos perfecto a lo que es más perfecto, es decir, lo que contiene en sí más realidad. Todo lo cual no solo se aplica a los efectos, cuya realidad es actual o formal, sino también a las ideas...” (Meditaciones metafísicas, pág.73). En consecuencia,
El segundo argumento es el ontológico: tengo la idea de un ente perfecto. Esto implica que no puede faltarle nada, porque de lo contrario no sería perfecto. En consecuencia, tiene que existir, porque si no existiese, le faltaría la existencia, lo cual sería una imperfección. De ambos argumentos, según Descartes, se deduce de manera irrefutable que Dios existe. A pesar de ello, es inevitable la impresión de que este Dios es solo un DEUS EX MACHINA, que surge en el momento propicio, cuando todo está en ruinas, como única garantía que permite salvar el Sistema. Dios es la única garantía de la existencia del Mundo, ya que siendo perfección y veracidad máxima, “en el cual se encuentran todos los tesoros de las ciencias y la sabiduría”, es imposible que me engañe, porque ello sería testimonio de imperfección, malicia o necedad. Dios no solo es la garantía de la existencia de este mundo, en forma irrefutable, sino también de
Siendo una sustancia pensante infinita (a diferencia del hombre, que lo es finita), es perfecto y absolutamente veraz. Si nos ha hecho con nuestra Razón y las Ideas Innatas, ello implica que esta razón y estas ideas son instrumentos válidos para el conocimiento. Si nos equivocamos, ello no ocurre por culpa de Dios, que nos ha hecho tan perfectos cuanto puedan serlo antes finitos, sino por nuestra culpa, porque nos apresuramos a juzgar antes de haber llegado al conocimiento claro y distinto. Para evitar el error, mi voluntad no debe ir más allá de lo que el entendimiento concibe.
La veracidad de Dios es la garantía y fundamento de la verdad del conocimiento evidente, claro y distinto. De las ideas simples, que se imponían por su evidencia, ahora necesitan que Dios les confiera garantía. El Cogito, que era una idea clara y distinta, pasa a ser una réplica de Dios, una sustancia. El vigor revolucionario de ese Cogito se destruye. Dios pasa a ser el Modelo,
En
Por último, en
La realidad solo podrá ser conocida a través de
Llegar a la verdad implica seguir determinados pasos, un ORDEN que la razón debe seguir férreamente. La razón debe ser CONDUCIDA, y de ningún modo librada al azar, que no hará sino enturbiar su propia Luz.
Descartes en el Discurso del Método y específicamente en las Reglas para
Ya habíamos señalado la importancia que revisten las matemáticas en Descartes ya que son consideradas frutos naturales de las ideas innatas. El Método Cartesiano, fundado esencialmente en las matemáticas, que son producto de nuestra razón, se presenta como algo natural.
1- Lo primero que debe tenerse en cuenta será admitir un conocimiento como verdadero solo en caso de que sea evidente (cuando no haya ninguna ocasión para dudar de él) , es decir, claro y distinto. Para ello debemos guardarnos de dos fuertes propensiones de nuestro espíritu: la precipitación (afirmar o negar algo antes de haber llegado a la evidencia) y la prevención (prejuicios y en general todos los conocimientos falsos o verdaderos que nos hayan llegado por tradición, educación, factores sociales y no por evidencia). Nada que no hayamos examinado con nuestra razón podrá considerarse válido.
2- Las dificultades a examinar deberán dividirse en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese para su mejor solución (Regla de Análisis).
3- Regla de Síntesis: “Conducir ordenadamente mis pensamientos empezando por los objetos más simples y fáciles de conocer para ir ascendiendo gradualmente hasta el conocimiento de los más compuestos e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente”.
4- Regla de Enumeración: “Hacer en todo unos recuentos tan integrales y revisiones tan generales que llegase a estar seguro de no omitir nada”. La cuestión estudiada deberá examinarse cuidadosamente para ver si no hay algún aspecto que se haya pasado por alto en el momento analítico o en el sintético, hasta llegar a la certeza de no haber omitido ningún miembro del razonamiento.
Este Método se presenta como un arma omnipotente en cuanto a la posibilidad de reducir y dominar la realidad. Nada prácticamente podrá ser incognoscible. Esta fantasía de
Aunque en algún momento el tema de los límites del entendimiento está presente, no tienen demasiada trascendencia ante el indiscutido poder del MÉTODO: “... no se debe considerar como una empresa ardua y difícil el determinar los límites de esta mente que sentimos en nosotros...”. “No es tampoco un trabajo inmenso querer abarcar con el pensamiento todo lo que está contenido en el Universo, para conocer de qué manera cada cosa está sometida al examen de nuestra mente. No hay en efecto nada tan múltiple ni tan disperso que no pueda, por medio de la enumeración de que hemos hablado, ser encerrado en determinados límites y por tanto, reducido a ciertos puntos esenciales” (Regla VIII, pág.91). Es decir, nuestro entendimiento es limitado pero tenemos la posibilidad de conocer esos límites, lo cual no oculta la tácita omnipotencia del sujeto. Kant retomará este tema y lo convertirá en punto esencial tras el cual girará toda
Hemos asistido, Descartes mediante, a la constitución del SUJETO de
¿Qué caracteres tendrá el SABER que este Sujeto instaura? Será un Saber caracterizado por el análisis como uno de sus rasgos esenciales, estableciendo las identidades y diferencias, la medida y el Orden, universalizando el acto de comparación que remita toda medida a una puesta en serie, que a partir de lo simple, haga aparecer las diferencias como grados de complejidad, estableciendo entre las cosas una sucesión ordenada, que muestre a la naturaleza desde sus elementos originarios hasta la simultaneidad de todas sus posibles combinaciones. Así, el análisis remitirá a una génesis que permita reconstruir el orden, tras la fabricación de una lengua (lengua de los cálculos).
La idea de un Sujeto depositario de estructuras y formas universales para el conocimiento, de un conocimiento inscrito en su naturaleza y de la incuestionable existencia de
“En algún apartado rincón del universo vertido centelleantemente en innumerables sistemas solares, hubo una vez una estrella en la que unos animales inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más arrogante y falaz de la “historia universal”: de todos modos solo fue un minuto. Tras unas pocas aspiraciones de la naturaleza, la estrella se enfrió y los animales inteligentes tuvieron que morir”. Alguien podría inventar una fábula similar y, sin embargo, no habría demostrado de un modo satisfactorio hasta qué punto el intelecto humano constituye, en la naturaleza, una excepción lamentable, vaga, fugitiva, inútil y arbitraria”.
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